La revolución energética está mucho mas cerca de ser realidad en la Argentina. Esto es un gran avance para una Nación que se encuentra en emergencia energetica y con un deficit de generacion muy importante.
No son los parques solares y eólicos ni los desarrollos en geotermia o biomasa los que la harán realidad sino la verdadera participación ciudadana mediante lo que se conoce como energía distribuida, que significa que cada uno de nosotros puede generar, consumir y hasta vender su propia energía.
Esto será posible gracias que el Congreso de la Nacion aprobó hace 1 mes aproximadamente la norma que permitirá que quienes instalen tecnologías de generación de energía limpia en su casa puedan no sólo contribuir con la lucha contra el cambio climático sino también a ahorrar en sus facturas de luz y gas.
Es el marco regulatorio que faltaba para que todos los consumidores puedan ser generadores. Con la ley 27.191 sólo podían hacerlo los agentes del mercado mayorista. Al permitir que se genere en el punto de consumo, en potencias chicas, se democratiza el sistema energético y se amplían las posibilidades para generar energía renovable aprovechando el hecho de que el recurso no está concentrado.
¿Como convierto mi casa?
Una casa promedio precisa para su autoconsumo una instalación de 2 kWp (kilovatio pico). Sin ningún incentivo (sea subsidio o crédito, como estipula la ley), sería de US$ 6.000 aproximadamente. La reglamentación de la norma que establecerá cómo los usuarios «cobran» por inyectar energía en la red, es posible que sea con créditos a favor lo que se traduce en ahorro. De estos incentivos dependerá el tiempo de amortización de la inversión.
Las instalaciones pueden estar desconectadas del sistema (off grid), como por ejemplo en el campo o conectadas a la red eléctrica local. Para este segundo caso la ley es fundamental. Una vez que el usuario genera su propia energía el ahorro está entre el 60 y el 80 por ciento anual en el consumo según la instalación.
La ley implica un verdadero cambio de paradigma, ya que la energía no saldrá de una sola fuente para ser distribuida como sucede hasta ahora, sino que cada casa puede ser un punto de distribución. Y, aunque suene como algo lejano, no lo es.
Por ejemplo, en la provincia de Santa Fe cuentan con un programa de incentivo «Prosumidores» que tiene un presupuesto anual para financiar 100 instalaciones anuales de potencias muy bajas. En el resto de las provincias, la norma está pero no hay fondos para promover la generación distribuida. Salta parece dar pasos más firmes pero de cualquier forma es muy reciente. Mas aun sabiendo que al momento de la sanción de casi todas ellas, el precio de la energía era más barato que el de hoy, entonces no habían razones económicas para realizar la inversión.
Acá en Argentina estamos atrasados entre 15 y 20 años; en Alemania, por ejemplo, el 30% de la generación proviene de pequeños productores y ya están pensando en temas como el blackout meteorológico, que se refiere a la dependencia de este tipo de instalaciones en cuestiones climáticas, es por eso que se trabaja en todo el mundo en el diseño de baterías que puedan servir como estabilizadores de la energía para los momentos en donde la generación cae.
No sólo en Alemania esto ya es una realidad. En Dinamarca el 43% de la generación de energía eléctrica proviene de generación distribuida; en los Estados Unidos representa 1/6 del total de la capacidad instalada en el país (es muy importante el papel de California); Brasil cuenta con 73.5MW instalados que son menos del 1% del total de la capacidad eléctrica y esperan que para 2030 sean 2,7 millones de hogares, comercios e industrias puedan tener energía generada por ellos mismos, que generarían 23.500 MW de energía limpia; mientras que en Chile llegan a los 4.3 MW instalados.
Uno de los requisitos para poder tener energía solar o fotovoltaica en las casas es contar con superficie. En los edificios de propiedad horizontal se hace más difícil porque se necesitan muchos metros cuadrados para poder abastecer la demanda energética.
Hasta la próxima,
Marcelo Cassani
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